miércoles, 19 de noviembre de 2014

Conflicto árbitros de baloncesto CLM

Escribo este texto para contestar a Don Pablo Gutiérrez Fernández, de quien he leído su carta y me ha parecido muy valiente por su parte entrar en el “debate” por llamarlo de alguna manera, que está viviendo el baloncesto de Castilla La Mancha en los últimos meses. Vaya por delante mi respeto y deseo de que lo que pondré a continuación se tome como simplemente eso, una opinión más.

Habla usted de autoanálisis y autocrítica. Para mí, eso es lo que han hecho los árbitros que ahora mismo defienden el dinero que se les debe. Después de años, muchos han empezado a demostrar que ellos no están al servicio de la FBCLM, sino que son unos deportistas más y que deben estar, en el ejercicio de su modalidad deportiva, al servicio de los clubes. Que son los verdaderos actores principales del baloncesto. Y ser la FBCLM quien esté al servicio de sus deportistas.

Para mí es una obviedad decir que los fallos son normales. Y más en nuestras categorías. Y más en Castilla La Mancha, donde el nivel, es el que es. En este punto si me gustaría decir, que a mi modo de ver, en la última década, la mejora que hemos tenido jugadores, entrenadores y clubes ha sido mucho mayor que la que han tenido los árbitros miembros del CTA.

Cuando usted se refiere a los árbitros en formación, me gustaría saber quien los está formando. Quien los evalúa y corrige en los partidos. En cuantos sitios están pitando un árbitro joven y otro experimentado que pueda evaluar y corregir al compañero. Los jugadores en formación tienen entrenadores que los forman durante toda la semana. Los entrenadores en formación tienen coordinadores o directivos que los forman. Y eso es demostrable.

Los entrenadores tenemos una diferencia con respecto a los árbitros, que pudiendo ser un argumento algo demagogo, es incuestionablemente real: pagamos. Los árbitros cobran. Y aun así, al menos yo, los considero un equipo más. Pero esa diferencia debe quedar muy clara: unos pagamos y otros cobran por hacer lo mismo: deporte.

Para fomentar el diálogo entre árbitros y jugadores o entrenadores, los primeros tienen que conocer el juego. Haberlo practicado, saber ponerse en la situación del jugador. No me valen jóvenes o adultos que se metan al arbitraje para sacarse un dinero. Aquí aprovecho para contar una anécdota que ocurrió este verano en Alcázar, a principios de julio. Tras una sesión de entrenamiento de nuestro tradicional Campus de verano, llegaron los 21 mejores árbitros de España a nivel formación, donde se destacaba que la media era de 22 años. Nos pidieron un balón para tirar unos tiros mientras comenzaba su clase. Eran la élite de los árbitros; muchos me sonaban por haberme pitado semanas atrás en los campeonatos de España de Guadalajara y Tenerife. No vi a ninguno que supiera entrar o tirar decentemente a canasta. Bueno, solo una chica, era de Castilla La Mancha y sí, era jugadora.

Continuo diciendo que se equivoca usted si piensa que las quejas están llegando por ganar o perder partidos. Se equivocan los que en sus cartas hacia la FBCLM dejan caer que su equipo ha perdido esa semana. Esto va más allá. No lo digo yo, lo dice el Director General de Deportes de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, Juan Carlos Martín, que en recientes declaraciones ha manifestado que “las quejas de los clubes traspasan lo económico, son a la gestión de la FBCLM”.

No se equivoquen usted ni la FBCLM cuando hablan de nuevos miembros en el CTA o éxito en los cursos de oficiales de mesa. Es mentira. Lo único que está pasando es que los clubes, para evitar tener que pagar más dinero por cada arbitraje, están poniendo a jugadores, entrenadores o directivos, a hacer mesas. Sin más. Pero esto, no es un éxito de captación. Es una necesidad que han tenido que cubrir los clubes con su colaboración.

Por último, me gustaría decirle que estoy de acuerdo con usted en algo: el que está perdiendo con todo esto es el baloncesto de Castilla La Mancha. Pero permítame una reflexión: con las competiciones que tenemos y la situación que vivimos, ¿realmente no merece la pena intentar cambiar algo?


Carlos Abengózar Raboso